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La "sustancia" del algoritmo: la IA cada vez está más cerca de actuar por nosotros

La inteligencia artificial ha evolucionado, permitiendo agentes que realizan tareas humanas y plantean dilemas éticos, desde imitar comportamientos hasta su uso en profesiones sensibles. Resumen del artículo publicado en technologyreview.es y recomendado por Digital Skills Institute el 17 de enero de 2025.

La inteligencia artificial ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años, integrándose cada vez más en la vida cotidiana. Este avance tecnológico ha hecho posible la creación de agentes de IA, capaces de realizar tareas en lugar de humanos y de imitar sus comportamientos y personalidades. Un aspecto esencial de estos desarrollos es la IA generativa, que permite a estos agentes entablar conversaciones y crear contenido multimedia, aunque todavía tienen limitaciones en la ejecución de tareas específicas.

Dentro de los agentes de IA, se destacan dos categorías principales. El primero se centra en completar tareas digitales mediante lenguaje natural, facilitando la interacción sin necesidad de programación técnica. Por ejemplo, un agente puede gestionar formularios en línea siguiendo instrucciones sencillas. El segundo tipo busca simular comportamientos humanos, promoviendo estudios en ciencias sociales que serían difíciles o poco éticos realizar con participantes reales. Proyectos como el de la Universidad de Stanford han investigado cómo replicar la conducta humana a través de simulaciones.

No obstante, el auge de estos avances tecnológicos también ha suscitado preocupaciones éticas. La posibilidad de que los agentes de IA imiten la voz y personalidad de las personas plantea dilemas relacionados con el uso de datos personales y la cuestión de los derechos de los individuos a restringir ese uso. En el ámbito de atención médica y educación, surgen interrogantes sobre la naturaleza de la interacción que se tiene con una IA en comparación con un humano.

El potencial de la IA va más allá de sus aplicaciones prácticas, revelando la necesidad de abordar sus implicaciones éticas en un futuro cercano. Mientras las empresas trabajan en identificar y mitigar vulnerabilidades en sus sistemas, experimentos en entornos como videojuegos muestran cómo la IA puede crear comportamientos complejos y organizados, ampliando aún más el debate sobre su influencia en la vida humana y la sociedad.

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