Un estudio de McKinsey indica que el 32% de los españoles están considerando dejar su trabajo en los próximos tres a seis meses, principalmente por falta de retribución adecuada, desarrollo profesional y directivos inspiradores, lo que a su vez ha provocado un aumento en la rotación voluntaria e indeseada. La falta de conectividad de los empleados con su empresa y trabajo está afectando al mundo laboral y la economía, y es necesario revisar los procesos de atracción y fidelización del talento y redescubrir el valor del trabajo bien hecho y el propósito que le da sentido. Artículo publicado en cincodias.elpais.com y recomendado por Digital Skills Institute el 1 de junio de 2023.
Un reciente estudio de McKinsey revela que el 32% de los españoles están considerando dejar su trabajo en los próximos tres a seis meses, y el 21% reconoce que no lo deja porque no quiere, sino porque no puede. Estos datos confirmaron otros estudios previos que señalaban que el 53% de los españoles está desconectado de su trabajo. McKinsey indica que los motivos más comunes son la falta de retribución adecuada, mejor desarrollo profesional y unos directivos escasamente inspiradores. El triángulo virtuoso para atraer y fidelizar al talento incluye el dinero, la flexibilidad y la salud, además de encontrar significado en el trabajo. Si bien la flexibilidad es el aspecto más valorado por el talento, en 2022, se ha reducido en 10 puntos el porcentaje de los trabajadores que trabajan en remoto, lo que genera tensión entre lo que ofrecen las empresas y lo que buscan los trabajadores.
La falta de conectividad de los empleados con su empresa y trabajo está afectando al mundo laboral y la economía. La escasez de mano de obra ya afecta al 35% de las empresas, según una encuesta del Banco de España, y representa la cuarta preocupación. En varios sectores, la rotación voluntaria e indeseada ha crecido un 45%, reduciéndose, por el contrario, el tiempo de permanencia en la empresa a 1,7 años. Todo esto coexiste con una tasa de desempleo en torno al 13%.
Es cada vez más claro que muchos profesionales valoran más la experiencia y el proyecto en el que se emplean, que el puesto o la empresa que les contrata. Por tanto, se está produciendo un cambio en el modelo de vida profesional de muchas personas, con el que podríamos inferir que el empleado de por vida ya desapareció, y con él la estabilidad laboral.
Junto al 53% desconectado se encuentra un 47% que prefiere quedarse, y que espera mejoras en su retribución, trabajar con flexibilidad, un ambiente saludable y encontrar significado en su trabajo. Ante este contexto, algunas organizaciones responden revisando sus procesos de atracción y fidelización, tales como marca de empleador, propuesta de valor para el talento, experiencia de empleado. Es momento de redefinir un nuevo contrato psicológico.
Deberíamos volver a centrarnos en el propio trabajo, en aquello que sucede mientras estamos trabajando, redescubrir el valor del esfuerzo y del trabajo bien hecho, situando a las personas en aquellas actividades más adecuadas a su perfil. En vez de construir jardines de la felicidad o unidades de la diversión corporativa, debemos recordar que la fuente de mayor motivación se encuentra en el trabajo en sí mismo, en el sentido de logro, en el reto, en el reconocimiento, como nos mostró Herzberg hace décadas. El propósito es la palanca que puede ayudar a muchas compañías a aportar sentido al esfuerzo diario de su gente.
Es más fácil instalar en la oficina un karaoke o una máquina de café gratis que construir un propósito que dé sentido y significado al trabajo diario de la gente, pero nadie dijo que liderar fuera sencillo. Recordemos a Nietzsche, cuando expresó que “quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo”, desde la importancia de descubrir el porqué y el para qué de las cosas.