La emigración de ingenieros españoles durante la crisis ha cambiado con el tiempo, mostrando una recuperación laboral y un renovado interés en estudiar ingeniería, aunque persisten retos para retener talento. Artículo publicado en lavanguardia.com y recomendado por Digital Skills Institute el 27 de mayo de 2025.
La situación de los ingenieros españoles que emigraron durante la crisis económica ha evolucionado significativamente en la última década. Desde 2008, muchos profesionales cualificados, especialmente en el ámbito de la ingeniería, se vieron obligados a buscar oportunidades en el extranjero debido a la falta de empleo y a la precariedad en el mercado laboral español. Esta migración de cerebros, que alcanzó su pico entre 2009 y 2015, ha dejado una huella profunda en el tejido profesional de España, creando un vacío en las carreras técnicas y científicas.
Durante esos años de crisis, los recortes en el sector público y la caída de la inversión afectaron severamente diversas disciplinas. Sin embargo, las ingenierías, a pesar de sufrir la contracción del empleo, mantuvieron una estructura laboral algo más tranquila en comparación con otros sectores como la construcción. No obstante, para muchos ingenieros, la oferta de empleo que encontraba no siempre correspondía a su nivel de formación o expectativas salariales. A menudo, se conformaban con trabajos precarios, contratos temporales y condiciones laborales insatisfactorias que poco hacían para compensar su dedicación y esfuerzo.
Los ingenieros españoles que se aventuraron fuera del país, principalmente a Alemania, Reino Unido, Francia y los países nórdicos, buscaban no solo mejores salarios, sino también una estabilidad que la situación en España les había negado. El sector de la ingeniería informática, impulsado por la digitalización y el auge de las startups, se destacó como una excepción a esta tendencia, mostrando un crecimiento sostenido en medio de la crisis. Sin embargo, otras ramas, como la ingeniería civil y la arquitectura, vieron la paralización de muchos proyectos, contribuyendo así a la frustración de una generación que se había preparado para un futuro prometedor.
Con el paso del tiempo y el final de la crisis, se comenzó a observar una lenta pero paulatina recuperación del mercado laboral en España. En los últimos años, ha habido un notable aumento en la inclinación de nuevos universitarios por estudiar ingeniería, lo que ha comenzado a revertir la tendencia de descenso en las matriculaciones que se había observado desde mediados de 2010. Por ejemplo, si en el curso académico 2012/2013 había casi 306,000 estudiantes matriculados en ingenierías y arquitectura, esa cifra ha ido bajando de forma considerable hasta alcanzar niveles preocupantes.
Uno de los testimonios significativos en este contexto es el de Raúl García, un ingeniero que ha regresado a España después de haber trabajado en Dinamarca. Él y sus compañeros regresan no solo por un mejor panorama laboral, sino también por las oportunidades de desarrollo profesional que ahora sienten que existen en su país. García menciona que casi todos sus colegas de la carrera han vuelto en los últimos años, llevándose consigo la experiencia adquirida en el extranjero y contribuyendo a mejorar la industria española. Sin embargo, este retorno no es absoluto, pues algunos optan por seguir viajando y trabajando en otros países, ahora como líderes de proyectos, una inversión de las empresas españolas que les permiten participar en el mercado global.
La experiencia de estos profesionales refleja un cambio de fase en la percepción del mercado laboral español. Si bien es cierto que persisten desafíos, como la alta tasa de abandono de las universidades en ingeniería, el interés por volver a las aulas y formar parte de estos sectores técnicos parece estar renaciendo. No obstante, la pregunta sobre si España está verdaderamente preparada para retener y aprovechar el talento que ha regresado sigue flotando en el aire. La generación de ingenieros que se prepara para el futuro tiene una responsabilidad doble: no solo debe aspirar a mejorar su situación y la de su país, sino también a contribuir a un entorno donde el talento sea valorado adecuadamente y donde las experiencias de emigración sirvan de motor para la transformación positiva del mercado laboral español.